Aunque suelen ser aún muy pequeños, su estructura casi no se diferencia de la de un adulto. También los pies de un niño están compuestos de 28 huesos, 31 articulaciones, numerosos tendones, ligamentos y músculos, así como de miles de finos nervios. Y todo ello en un espacio mínimo. A lo largo de la vida tendrán que realizar una gigantesca tarea, ya que hasta los setenta años habremos recorrido con ellos una distancia de aproximadamente tres veces el perímetro del globo terráqueo, o sea, unos 120.000 kilómetros. Para que puedan superar esta tarea sin mayor problema es conveniente asegurarse de que también los más jóvenes entre nosotros lleven el calzado adecuado.
Desafortunadamente, no todos estamos informados al respecto. Y es que una gran parte de los niños y jóvenes presentan defectos e incluso incipientes lesiones en los pies, que finalmente originan lesiones a raíz de una mala postura. La causa más frecuente de ello son zapatos inadecuados. Los estudios científicos han demostrado que cuanto antes surgen estos problemas, más negativo es el efecto sobre el desarrollo corporal del niño o joven en crecimiento. Hoy se sabe que el aparato locomotor no está compuesto de elementos individuales aislados, sino que constituye un complejo sistema interconectado y en continua interacción.
Aproximadamente el 98 por ciento de las personas nacen con pies sanos, pero tan solo el 40 por ciento de ellas tienen pies sanos al llegar a la edad adulta.
Una información importante para los padres: En los doce primeros meses de vida no se precisa calzado con suela dura. Incluso se puede prescindir de calcetines, pues reducen la estimulación de los receptores situados en la planta del pie. Estos sensores desempeñan una función decisiva en el desarrollo de una musculatura fuerte del pie y de las habilidades sensomotoras.
En el primer año de vida, el niño realiza los primeros intentos de andar. Muchos padres recurren entonces a los llamados zapatos para aprender a andar. Sin embargo, según recientes resultados de la investigación médica, aún es demasiado temprano utilizar calzado de suela dura a esta edad. Como el aparato locomotor aún es débil e inestable, se recomienda utilizar calzado que permita mejorar de forma funcional la estática del niño. Para ello se requieren materiales con un alto grado de flexibilidad, de tal manera que el pie infantil pueda moverse libremente disponiendo a su vez de estabilidad mientras el niño está de pie. Además, el pie debe poder sentir el suelo, ya que ello genera estímulos positivos adicionales. Todo ello ayuda a evitar el pie valgo plano muy difundido en niños.
Lo ideal es que hasta la edad escolar se hayan desarrollado en suficiente medida los estabilizadores del eje del pie y de la pierna (musculatura, ligamentos, esqueleto del pie) tan importantes para la estática corporal. En otras palabras: que se haya desarrollado la curvatura longitudinal y transversal del pie y los ejes de las piernas trabajen de forma correcta y funcional. El calzado debe apoyar el desarrollo natural del pie y un estilo de vida activo marcado por juegos infantiles.
La siguiente fase importante en el desarrollo es la edad escolar media y tardía. Ahora, el crecimiento en altura se produce de forma más lenta; el joven va ensanchándose. También aquí se pueden reducir e incluso evitar los defectos clásicos de los pies y de la postura utilizando el calzado adecuado. A estas edades es importante que el zapato se ajuste perfectamente al pie. Porque está claro que sin pies sanos y fuertes no es posible mantener una postura corporal erguida ni conservar a largo plazo la salud de la espalda.
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