¿Le gusta practicar automovilismo y participar a veces con su propio coche en una carrera? Si es así, tal vez usted ya haya pensado en adquirir una butaca especial para utilizar en el asiento de su vehículo. Hoy este tema ha dejado de ser un problema, dado que las butacas de carrera son aptas tanto para conducir en las calles como para hacerlo en un circuito deportivo. Sin embargo, la principal desventaja radica en que muchas de estas butacas no son ergonómicas, no cuidan la espalda y no ofrecen ninguna posibilidad de ajuste individual. Es por ello que el placer de conducir se convierte rápidamente en una tortura para la espalda.
Según los médicos, la postura que adoptan quienes conducen normalmente un coche constituye por sí sola una de las peores formas de sentarse. Eso ocurre porque, mientras conducen, las personas casi no pueden cambiar de posición y permanecen entonces bastante inmóviles al volante, lo que a la larga es veneno para el cuerpo. Por lo tanto, el asiento normal de un vehículo debe admitir un cierto grado de movimiento durante el recorrido.
El asiento está sometido a otras exigencias en el marco de una competición, ya que allí hay fuerzas completamente distintas que actúan sobre el piloto. El circuito, el estilo de conducción y la superficie de la pista varían mucho, por lo cual se deben compensar las consecuentes fuerzas centrífugas, las fuerzas de desaceleración o las vibraciones en diferentes frecuencias. Se trata de una tarea que, junto al vehículo, debe ser asumida principalmente por el asiento.
Una butaca deportiva adecuada debe orientarse a la anatomía de la espalda humana y sus estructuras. Esto implica proporcionar un apoyo individual, amplio y estable en la parte superior trasera de la región pelviana y en la columna lumbar, por ejemplo, a través de un acolchado individual compacto pero suficiente. De este modo se evita que haya presiones unilaterales sobre los discos intervertebrales, incluso después de recorridos largos.
Además, la butaca debe ofrecer un buen soporte a los hombros y al tronco, con suficiente libertad de movimiento para los brazos. Las mejores condiciones se obtienen mediante una fuerte sujeción lateral, un apoyo con forma especial para los hombros, un reposacabezas integrado y elementos acolchados, aptos para ser ajustados de manera flexible y en función de las necesidades.
También es importante contar con la posibilidad de regular la profundidad del asiento para otorgar una superficie de apoyo suficiente a las nalgas y los muslos, garantizando así una óptima distribución de la presión. Otro factor determinante desde el punto de vista ergonómico consiste en considerar de manera individual la altura del asiento, su inclinación y la longitud de las piernas. Porque el asiento y su posición deben adaptarse al conductor del coche.
La climatización del asiento representa un aspecto adicional de relevancia. A la hora de confeccionar las fundas, resultan preferibles aquellos materiales con capacidad de termorregulación. Lo ideal, además, es que el diseño de la butaca facilite un buen acondicionamiento térmico (por ejemplo, mediante ranuras de ventilación dispuestas adecuadamente).
Todo esto permite que el conductor ocupe su butaca de carrera en un marco de seguridad y condiciones óptimas desde el punto de vista fisiológico, incluso en situaciones extremas.
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