Si a algunas personas no les resulta sencillo seleccionar el calzado adecuado, ¿qué habría que decir en los casos donde se tiene una discapacidad? Puede tratarse de una artrosis avanzada, una rigidez articular, una articulación artificial o una prótesis, por nombrar solo algunas. Las prótesis, por ejemplo, son construcciones de alta tecnología. Se adaptan de manera individual y permiten desarrollar hoy una marcha normal; siempre que el calzado se ajuste a la prótesis. Lo mismo ocurre cuando una persona está afectada por alguna de las discapacidades antes mencionadas. Los zapatos especiales para estos usos deben aumentar la seguridad y deben proporcionar funcionalidad y confort, tanto al caminar como al estar parado. De este modo se mejora la movilidad.
El calzado debe asegurar un ajuste adecuado, independientemente de si la persona en cuestión tiene una discapacidad o no. Por lo tanto, sobre todo en el caso de los zapatos especiales, es importante que puedan incorporar plantillas ortopédicas para compensar déficits. Es fundamental comprobar que la presencia de las plantillas no afecte de manera negativa la comodidad de uso. También es importante que el calzado tenga la longitud adecuada. Muchas veces uno compra un zapato grande porque el modelo es demasiado estrecho. Esto puede transformarse en un problema, ya que la longitud excesiva del calzado aumenta el riesgo de torcedura, resbalamiento o tropiezo. El ajuste óptimo depende, además, del uso de la horma correcta en el proceso de producción. La horma debe orientarse a la forma natural del pie para que el calzado no apriete, no sea demasiado grande ni demasiado pequeño. Por cierto, los fabricantes de prótesis de pie también toman como referencia la horma.
Para lograr una marcha armónica, es importante que la pisada muestre un movimiento de rotación controlado. Este objetivo puede alcanzarse, por ejemplo, mediante un apoyo metatarsiano y una suela ensanchada.
Un calzado especial también debe exhibir otras características particulares; entre ellas, una amortiguación eficaz del impacto, que puede obtenerse mediante una inclinación en la parte del talón con un elemento amortiguador integrado. El balancín ligeramente desplazado hacia atrás y la marcada elevación de la puntera no sólo contribuyen a pisar correctamente, sino que además reducen el riesgo de tropezar. La elevación de la puntera corresponde a la distancia que existe entre la punta del zapato y el suelo cuando el calzado está apoyado sobre una superficie plana.
Al caminar, normalmente se sienten las ligeras irregularidades o las superficies resbaladizas, pero esta percepción se ve limitada en la pierna protésica. En tal caso, es necesario que el calzado se convierta en una ayuda técnica para permitir que el pie se apoye de forma segura. Por lo tanto, la suela debería disponer de un perfilado especial. Lo ideal es que la misma composición del material del calzado pueda aumentar las propiedades antideslizantes y garantizar el agarre necesario sobre suelos lisos y húmedos. Desde luego, esta cualidad es muy apreciada por todas aquellas personas que no cuentan con una seguridad absoluta en la marcha.
Según la discapacidad, puede haber limitaciones en comparación con el pie sano; y ante una movilidad propia que tal vez no es óptima, los zapatos especiales pueden compensarla. Por lo tanto, deben estar diseñados de tal modo que puedan ponerse y quitarse de manera fácil y confortable. Una entrada amplia, un lazo en la lengüeta o un cierre manejable con una sola mano facilitan mucho el acto de calzarse y descalzarse. Otra ventaja consiste en tener un zapato especialmente ligero: porque cuanto más pese, mayores serán las fuerzas centrífugas generadas al balancear la pierna. Lo ideal es que el peso sea inferior a 500 gramos (en el número 42).
El calzado debe estar fabricado con materiales de alta calidad. Entre estos se incluyen el cuero de curtido vegetal con suficiente permeabilidad al vapor y tejidos transpirables, que garantizan un clima interior equilibrado y una agradable sensación en el uso, incluso en casos de carga prolongada. En definitiva, lo que se busca es el bienestar de los pies. Por ello, es recomendable prestar atención a los materiales transpirables.
Todas estas características de un buen calzado especial pueden contribuir a aliviar la carga de las articulaciones y la espalda. Así se protege la cadena de articulaciones en su conjunto y se previene el dolor de espalda. Porque el uso de un zapato adecuado ayuda a evitar la realización de movimientos no fisiológicos.